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El aire que nos mata

En 2015, cerca de 29,000 muertes en México pudieron ser atribuibles a la mala calidad del aire, de acuerdo con un estudio hecho por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático. La contaminación del aire por partículas se sitúa como el quinto factor de riesgo a la salud por el número de muertes prematuras.

Además, Ciudad de México se ubica en el puesto 30 de las capitales más contaminadas del mundo, según el World Air Quality Report del 2018, hecho por la Organización Mundial de la Salud. 

Pero, de acuerdo con un estudio de Adolfo Hernández-Moreno, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, hay una manera de reducir entre casi 9,000 y 14,000 muertes provocadas por la mala calidad del aire. Y para lograrlo solo hay que controlar las emisiones de un lugar: la Central Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos, en el municipio de Tula, Hidalgo, que genera alrededor del 3% de la electricidad del país. 

Miren esta sencilla explicación: 

Estas son las cuencas atmosféricas de Tula y el Valle de México el 15 de mayo del 2019, a la hora de mayor contaminación.

Lo que se mide es la concentración de partículas PM2.5: el material respirable de diámetro inferior o igual a los 2.5 micrómetros presente en la atmósfera de nuestras ciudades como polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento y polen, entre otras. Estas partículas son 100 veces más delgadas que un cabello humano, y son uno de los factores principales al momento de medir la contaminación del aire de un lugar.

La central termoeléctrica de Tula genera una fracción de la electricidad a partir de gas natural y el mayor porcentaje con combustóleo (el residuo que queda después de refinar el petróleo crudo). 

Un estudio de Aldolfo Hernández-Moreno, de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, creó un escenario, por medio de un modelo matemático, en donde se simulan las mismas condiciones del mapa de arriba, pero con una variable: la Termoeléctrica de Tula trabaja solo con gas natural.

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Se nota una disminución enorme de concentración de partículas en la cuenca de Tula. El estudio calcula que la sustitución a gas natural exclusivo representaría una reducción de 14,256 muertes prematuras anuales. La mayor parte de las vidas salvadas serían en Ciudad de México por la densidad de población.

Hasta el año 2019, el combustóleo que se consumía en la termoeléctrica de Tula contenía más de 3.5% de azufre. Pero en enero del 2020 entró en vigencia una norma que obliga a utilizar combustóleo con un máximo contenido de azufre del 2% en el corredor industrial al que pertenece esta central. 

Este mapa muestra qué pasaría en el mismo escenario de los anteriores mapas si se reduce el azufre presente en el combustóleo a 2%.

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También hay una reducción de partículas en la zona de Tula, pero no de la misma magnitud que si se sustituye el combustóleo por gas natural. Si la termoeléctrica consume combustóleo con un máximo de 2% de azufre se evitarían 8,935 muertes prematuras al año. 

Ahora, ¿por qué no se usa gas natural en lugar de combustóleo si significa una gran mejoría en la calidad de aire para los ciudadanos? El hecho es que no se ha tenido la voluntad política para hacer la inversión que permitiría el cambio, la cual no es menor y afectaría a Petróleos Mexicanos (PEMEX) y a la Comisión Federal de Electricidad. Además, su eliminación implicaría transformar la cadena de producción de la gasolina y otros hidrocarburos, que tiene varios actores de poder involucrados.

Es más, aunque el combustóleo está cayendo en desuso por su alto factor contaminante y por su costo, el presidente Manuel López Obrador está apostando por el petróleo para ganar soberanía energética. El 26 de mayo del 2021, el gobierno mexicano anunció la compra de Deer Park en Houston, Texas, por $600 millones de dólares para romper con el modelo de exportar crudo e importar combustible. El mandatario dijo que el petróleo es el “mejor negocio del mundo”.  

Historia – Respirando azufre

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